martes, 9 de abril de 2013


Al gobierno le conviene tu silencio
Gesse Castelnau Jorrin
Centro Habana
Indigna saber que el prisionero político Ramón Alejandro Muñoz González, coordinador de la Fundación Afro Cubana Independiente (FACI) lleva más de un año en prisión y han sido pocas las personas que han alzado sus voces para exigir su libertad. Molesta conocer que un patriota que jamás vaciló a la hora de protestar contra los abusos que comete el gobierno -y que sufre la ciudadanía-, no ha recibido la necesaria solidaridad de sus propios hermanos de lucha.
¿Será muy pesada la carga impuesta por el régimen a la disidencia, que esta no ha tenido tiempo para acordarse del compatriota, a quien efectivos militares golpearon y lanzaron desde el techo de su propia vivienda, hacia la calle, el 18 de marzo, de 2012?
Este imperdonable olvido, sin dudas, no ha sido voluntario, pero es obligatorio decir que como Ramón Alejandro –“Cocorio”, como le llaman sus hermanos de lucha-, existen en las horribles ergástulas castristas, otros presos políticos, cuyos nombres, no cubren los espacios de muchos medios de prensa independientes. ¡Qué vergüenza!
Es necesario recordar cómo se vive en una prisión. Que lo diga Ariel Sigler Amaya, ese humilde guajiro de Pedro Betancourt, Matanzas, devenido en presidente del Movimiento Independiente Opción Alternativa, en 1996, y más tarde en reo de conciencia. Al excarcelarlo en el año 2010, exhibía un triste estado de invalidez, derivado de las horribles condiciones de encarcelamiento.
Los huesos de reclusos fracturados en penales como Agüica, Combinado de Guantánamo, Boniato, Ariza, entre otras, deben estimular a la oposición interna a mostrar al mundo, pero sobre todo al pueblo de Cuba, los rostros y nombres de cada uno de los patriotas confinados.
Sí se puede hacer más por Cocorio, por su esposa Sonia Garro Alfonso, esa digna dama de Cuba, herida con una bala de goma, el mismo día que arrestaron a su compañero de la vida. Esta negra, de pura cepa, ha extinguido en la cárcel la misma cantidad de años, que su cónyuge Ramón. Este inició una huelga de hambre el 13 de marzo último y hasta este ocho de abril no se sabía nada de él.
Indignémonos por el silencio que ha habido sobre Ramón. Molestémonos por el mutismo involuntario y hasta cómplice de quienes tienen el deber de hablar y denunciar su injusto y arbitrario cautiverio. Protestar fue su delito. La solidaridad de sus hermanos de causa y la libertad deberán ser su única recompensa.

  

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