jueves, 13 de junio de 2013

Madurismo en su apogeo


Hortensia Alfonso Vega
Marianao, La Habana
Los regímenes autoritarios tienen en su génesis la obsesión de aplastar la libertad de expresión. Pretenden con su macabra filosofía gobernar, mediante la manipulación del pensamiento ajeno. Así sucede hoy, en la Venezuela bolivariana. Un grupo de aventureros se apoderó del gobierno y ha comenzado a jugar peligrosamente con la teoría marxista-leninista.
Para nadie es un secreto que el chavismo venezolano es un clon reformado del castrismo estalinista. Los nuevos comunistas lo han endulzado para engañar a los pueblos de Latinoamérica.
Son evidentes los intentos de los denominados socialistas del siglo XXI, de convertir en un Dios, al difunto Hugo Chávez. En medio de esos aires “celestiales” los seguidores de Lenin han sentado ahora, en el trono caraqueño, mediante un fraude electoral, al señor Nicolás Maduro.
Pero el susodicho no encarna muy bien su papel de defensor de los desposeídos. La mitad de los venezolanos se les oponen, por sus falsas promesas y los elevados niveles de corrupción y violencia existentes en el país.
Inventarse enemigos ha sido siempre parte de la estrategia de los comunistas. Los socialistas del siglo XXI, no son la excepción de la regla. Por estos días los chavistas han colocado a la hermana república de Colombia en su lista negra. Resulta que el nuevo mandatario bolivariano, al ver que el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, recibió al ex candidato presidencial venezolano Henrique Capriles, se molestó sobremanera. Por tal razón acusó al inquilino del Palacio de Nariño de intentar desestabilizar su país.
Como era lógico, su homólogo, un demócrata consagrado, expresó que había un malentendido. Se habían distorsionado las verdaderas intenciones de la cúpula de Bogotá.
El Madurismo, como ideología, no existe; es una caricatura ridícula del chavismo. Su promotor inicial, el señor Nicolás Maduro, -de ahí su nombre- sigue los dictados de La Habana y los aplica en un país, con condiciones muy diferentes y en una época bastante distanciada de aquella en que la izquierda internacional tenía cierto poder, por la existencia del bloque comunista de Europa Oriental. Por tanto, no tendrá futuro. El pueblo venezolano se encargará de enterrarlo.

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